El miércoles de la semana pasada visité el hemiciclo del Congreso de los Diputados durante la sesión de control al gobierno. Me habían avisado de que el modo de funcionamiento de esa cámara representativa me iba a sorprender y, en cierto modo, a avergonzar. Y así ha sido; a pesar de ir prevenido y ser consciente de lo que me iba a encontrar, mi indignación ha alcanzado unos niveles inimaginables al observar con mis propios ojos el vergonzoso teatro bipartidista que allí tiene lugar.
Estas sesiones de control se realizan todos los miércoles del año. Consisten en que los grupos parlamentarios realizan una serie de preguntas al equipo de gobierno con el objetivo de controlar su actuación. La idea es que el debate y diálogo con la oposición sirva para enriquecer las medidas políticas o, al menos, para que la ciudadanía pueda conocer la opinión y los motivos que han impulsado al gobierno a adoptar determinadas decisiones.
Sin embargo, estas sesiones son de todo menos “de control”. He aquí los motivos:
Los partidos que no son el PP o el PSOE están marginados y apenas pueden participar. Los dos partidos mayoritarios pactaron que sus respectivos grupos parlamentarios tendrían 10 preguntas de control por cada sesión, mientras que el resto de grupos tendrían solamente 1 pregunta por cada sesión (preguntas a los ministros, porque las dirigidas al presidente del gobierno están todavía más limitadas). Como resultado, las voces minoritarias son discriminadas y el posible debate se produce fundamentalmente entre el grupo socialista y el gobierno; es decir, entre el PSOE y el PP.
Para más inri, el gobierno no escucha las preguntas y en su turno de respuesta se limita a repetir sus estudiados discursos, aunque no tengan mucho que ver con la pregunta en cuestión. Es realmente patético y bochornoso observar cómo una pregunta bien hilada y bien formulada recibe una contestación evasiva que en nada responde a la pregunta lanzada. Al final el resultado es que el gobierno encuentra un nuevo espacio para difundir sus discursos, y como los medios de comunicación le darán cobertura, resulta que la sesión de control se convierte en un mitin político de alcance estatal. Uno termina preguntándose para qué sirve entonces realizar estas preguntas si no van a ser contestadas.
En el cruce de preguntas y “respuestas” parece importar más la forma que el contenido. Los diputados populares y socialistas están más pendientes de aplaudir el discurso de sus compañeros que de escuchar lo que realmente se está diciendo. Los dos grupos compiten de esta forma por ver quién es capaz de hacer más ruido en su afán de apoyar sus discursos, como si por esta vía el discurso ganara en validez y coherencia. Cuando no son aplausos son golpes en las mesas, patadas en el suelo, o gritos escandalosos. Uno no puede hacer otra cosa salvo preguntarse si se encuentra en un patio de colegio o en la cámara de representación ciudadana de un país.
En su turno de respuesta, el gobierno no sólo repite sus discursos. También emplea toda su capacidad y esfuerzos en desprestigiar al PSOE haciendo referencia a sus años de gobierno (incluso remontándose a años de Felipe González). El grupo socialista no se aleja mucho de este juego, y trata de defenderse atacando al PP en sus años de gobierno. Se produce así un juego competitivo de campo a campo, que recuerda más al tenis que a un debate propio de representantes del pueblo. El problema actual o cómo encararlo no importa; lo que importa es ver qué gobierno lo hizo peor.
Lo más triste de la sesión tiene lugar cuando el propio grupo popular realiza las 10 preguntas al gobierno, que son ellos mismos. Si antes no había respuestas, ahora no hay ni siquiera preguntas. Los diputados populares utilizan el tiempo para elogiar al gobierno y seguir repitiendo sus estudiados discursos. De esta forma el mitin del gobierno gana en extensión de tiempo.
Uno no puede más que sentir vergüenza al ver con sus propios ojos lo que ocurre en el hemiciclo durante la sesión de control. Uno no ve un parlamento plural donde todas las voces son escuchadas ni siquiera proporcionalmente a su representación ciudadana; ve una zona de lucha donde un equipo compite contra otro. Uno no ve discursos argumentados y debates hilados; ve palabrería barata y tópicos repetidos hasta la saciedad. El gobierno habla para los periodistas (que obedientemente transmiten los discursos a la población) y no para la oposición. Uno no ve representantes del pueblo; ve oradores entrenados para recitar sin escuchar. Uno no ve personas ilustradas; ve personas maleducadas y vocingleras que recuerdan a fanáticos incondicionales de un equipo de fútbol.
No son sesiones de control al gobierno; es simplemente una farsa. Es un foro donde el gobierno encuentra un espacio más para repetir sus discursos a la población. Las sesiones de control se convierten en un espacio de autobombo, de propaganda del gobierno y también del principal partido de la oposición. Los medios de comunicación difundirán los rígidos discursos del PP y del PSOE, y quizás algún que otro pequeño extracto de un partido minoritario, y esto será lo que reciban los ciudadanos a través de los periódicos y canales de televisión.
El diálogo y debate dejan mucho que desear en esta cámara de representantes, especialmente en legislaturas de mayoría absoluta. Al fin y al cabo el gobierno se toma las sesiones del pleno como un mero trámite que tienen que cumplir por ley, dando por sentado que la democracia participativa se acabó en las urnas.
Link fuente:
plataformademos.com
Resulta que en la década prodigiosa del pelotazo, cuando media España se lo llevaba caliente a casa, cuando un encofrador sin estudios se embolsaba tres mil euros, cuando hasta el último garrulo montaba una constructora y en connivencia con un par de concejales se forraba sin cuento, cuando un gañán que no sabía levantar tres ladrillos a derechas se paseaba en Audi, los funcionarios aguantaban y penaban.
Nadie se acordaba de ellos. Eran los parias, los que hacían números para cuadrar su hipoteca, hacer la compra en el Carrefour y llegar a fin de mes, porque un nutrido grupo de compatriotas se estaba haciendo de oro inflando el globo de la economía hasta llegar a lo que ahora hemos llegado.
Y ahora que el asunto explota y se viene abajo, la culpa del desmadre... es de los funcionarios. Los alcaldes, diputados y senadores que gobiernan la cosa pública a cambio de una buena morterada no son responsable de nada y nos apuntan directamente a nosotros: somos demasiados, hay que ultracongelarnos, somos poco productivos. Los responsables bancarios que prestaron dinero a quienes sabían que no podrían devolverlo tampoco se dan por aludidos. Todos los intermediarios inmobiliarios, especuladores, amigos de alcalde y compañeros de partida de casino de diputado provincial no tenían noticia del asunto. Nosotros sí. Como diría José Mota: ¿Ellos? No. ¿Nosotros? Si. ¿Siendo así que ellos? No. ¿Por tanto, nosotros? Si.
La culpa, según estos preclaros adalides de la estupidez, es del juez, abogado del estado, inspector de hacienda, administrador civil del estado que, en lugar de dedicarse a la especulación inmobiliaria a toca teja, ha estado cinco o seis años recluido en su habitación, pálido como un vampiro, con menos vida social que una rata de laboratorio y tanto sexo como un chotacabras, para preparar unas oposiciones monstruosas y de resultado siempre incierto, precedidas, como no podía ser de otra forma, de otros cinco arduos años de carrera. Del profesor que ha sorteado destinos en pueblos que no aparecen en el mapa para meter en vereda a benjamines que hacen lo que les sale de los genitales porque sus progenitores han abdicado de sus responsabilidades. Del auxiliar administrativo del Estado natural de Écija y destinado en Barcelona que con un sueldo de 1000 euros paga un alquiler mensual de 700 y soporta estoicamente que un taxista que gana 3000 le diga joder, que suerte, funcionario.
La culpa es nuestra. A poco que nos descuidemos nosotros los funcionarios seremos el chivo expiatorio de toda una caterva de inútiles, vividores, mangantes, políticos semianalfabetos, altos cargos de nombramiento digital, truhanes, pícaros, periodistas ganapanes y economistas de a verlas venir que sabían perfectamente que el asunto tarde o temprano tenía que petar, pero que aprovecharon a fondo el momento al grito de ¡mientras dure dura! y que ahora, con esa autoridad que da tener un rostro a prueba de bomba, se pasan al otro lado del río y no sólo tienen recetas para arreglar lo que ellos mismo ayudaron a estropear, sino que, además, han llegado a la conclusión de que los culpables son... tachan… los funcionarios.
Soy funcionario. Y además bastante recalcitrante: tengo cinco títulos distintos. Ganados compitiendo en buena lid contra miles de candidatos. ¿Y saben qué? No me avergüenzo de nada. No debo nada a nadie (sólo a mi familia, maestros y profesores). No tengo que pedir perdón. No me tocó la lotería. No gané el premio gordo en una tómbola. No me expropiaron una finca. No me nombraron alto cargo, director provincial ni vocal asesor por agitar un carnet político que nunca he tenido.
Aprobé frente a tribunales formados por ceñudos señores a los que no conocía de nada. En buena lid: sin concejal proclive, pariente político, mano protectora ni favor de amigo. Después de muchas noches de desvelos, angustias y desvaríos y con la sola e inestimable compañía de mis santos cojones. Como tantos y tantos compañeros anónimos repartidos por toda España a los que ahora algunos mendaces quieren convertir, por arte de birlibirloque, en culpables de la crisis.
PD. Si alguien, en cualquier contexto, os reprocha -como es frecuente- vuestra condición de funcionario os propongo el refinado argumento que yo utilizo en estos casos, en memoria del gran Fernando Fernán-Gómez: Váyase Usted a la Mierda, hombre, a la Puta Mierda.
Si eres funcionario pásalo a toda España. Si no lo eres y no estás de acuerdo, ¡Haz lo que consideres!
Cómo afectan las medidas PP y PSOE a tu bolsillo:
¿Realmente te has parado a analizar lo que afectan a tu bolsillo día a día?
Hagamos un análisis aproximado.
Por resumir, contaremos solo con:
- Bajada de sueldo a los funcionarios (5% de media) y congelación. (Mayo 2010, PSOE)
- Congelación de las pensiones. (Mayo 2010, PSOE)
- Subida del IVA (el reducido un 1%, el general un 2%). (Julio 2010, PSOE)
- Subida del IRPF (entre el 0’75% y el 7%). (Dic 2011 PP)
- Bajada de sueldo a los funcionarios (un 6’67%) y congelación. (Dic 2011 PP)
- Subida de las pensiones 220 puntos básicos por debajo de la subida de la inflación (la inflación subió un 3,2% y las pensiones se revalorizaron un 1 %). (Dic 2011 PP)
- No se tendrá en cuenta por tanto: la subida del IBI (PP), de las rentas del ahorro (PP), de los impuestos especiales al tabaco, alcohol y gasolina (PSOE), el copago de Cataluña (CiU), las subidas de las tasas de los ayuntamientos (prácticamente todos), etc...
Link fuente:
http://www.rafapacheco.com/2012/01/como-afectan-las-medidas-pp-y-psoe-tu.html
Diez dias que estremecerán a España
2 FEBRERO 2012
El Gobierno dará luz verde en los próximos diez días, a las reformas financiera y laboral. Ambas está previsto que se aprueben en la celebración de los dos próximos consejos de ministros. Según el artículo de Jesús Cacho, una prueba de fuego para el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Os dejamos el artículo de opinión que publica Vozpópuli.
Cuentan sus ayudantes que Mariano Rajoy volvió el lunes de su primera cumbre en Bruselas -sí, la que será recordada por la frasecita de “la huelga que me espera”- francamente preocupado, acollonado más bien, por la visión tan pesimista que de España y de la situación económica española tienen la mayor parte de sus colegas europeos. Y parece que también volvió muy concernido sobre la importancia de los dos próximos Consejos de Ministros, el de este viernes 3 de febrero, reforma financiera, y el del viernes 10, reforma del mercado de trabajo, porque estos parecen llamados a ser si no los diez días que estremecieron al mundo, en parodia del famoso libro de John Reed sobre los acontecimientos de la Revolución Soviética de Octubre, sí la decena llamada a marcar el futuro de España para un par de décadas, por lo menos.
Dos Consejos que van a poner a prueba el talante reformista del Gobierno del PP, su determinación a la hora de hincarle el diente a problemas embalsados de España desde tiempo ha, y su independencia y entereza para enfrentarse a los grupos de poder constituidos, tantos institucionales –patronal y sindicatos- como financieros –con los grandes apellidos de la banca a la cabeza-. Con ser importante la laboral, mucho más me lo parece ahora mismo la reforma del sistema financiero, pues que de hacerla bien, de hacerla de verdad, lo que es tanto como decir de obligar de una vez a bancos y cajas a sanear sus balances, dependerá que el crédito pueda volver a fluir de nuevo en unos meses, condición sine qua non para que las empresas que hoy luchan por sobrevivir no terminen cerrando y para que puedan surgir iniciativas empresariales nuevas, imprescindibles ambas modalidades para que empiece a cicatrizar la sangrante herida del paro y se comience a generar empleo.
Confieso que las informaciones hasta ahora aparecidas –la espléndida de ayer firmada en estas páginas por Miguel Alba- sobre cómo piensa Luis de Guindos y su equipo lograr la cuadratura del círculo de sanear un sector sin recurrir al dinero público, no solo no han despejado mis viejas dudas sobre la viabilidad del proceso sino que, por el contrario, han contribuido a acrecentarlas.
Hacer frente a unas provisiones de difícil cuantificación -¿cómo valorar un activo inmobiliario sin prácticamente mercado, para provisionar la diferencia entre el crédito que la Caja dio y lo que hoy efectivamente vale ese activo?- pero en todo caso muy importantes, más atender los requerimientos de un coeficiente de solvencia del 9% para las sistémicas, pondrá a muchas entidades en números rojos y desde luego drenará sus recursos propios, inhabilitándolas para afrontar esa segunda oleada de fusiones que el Ministerio pretende.
El gran problema del sector, como todo el mundo sabe, es Bankia. Si la fusión entre Sabadell y CAM significó la inyección de recursos públicos por importe de 20.000 millones, es fácil imaginar, o eso teme el personal, que la aventura de Bankia, resultado de un matrimonio contra natura entre Caja Madrid y Bancaja, no requerirá menos de 40.000, una cifra inalcanzable del todo punto incluso para el Estado. Es posible que algún día don Rodrigo Rato tenga a bien explicarnos el origen de esa brillante idea que le llevó a absorber a la caja valenciana y, ya de paso, contarnos también las razones por las que el Gobierno Rajoy debe resolver su problema particular con la dádiva de un nuevo cargo en consonancia con su rango. El resultado ha sido el esperado: dos pobres no hacen un rico, y ahora no parece haber más solución que trocear Bankia, para sanearla primero y venderla después por piezas.
Hacia una reforma de verdad del mercado de trabajo
Pero es evidente que “el problema de qué hacer con Rato” (sic), según la terminología que hoy se maneja en el PP para hablar del asunto, va a poner a prueba a prueba la moral cívica del Gobierno y del propio partido. No menor envite espera al Ejecutivo con la reforma del mercado del trabajo. Aunque la última escandalosa EPA parece haber puesto el toro del secular paro español en suerte para una cirugía en profundidad, no son pocos los que dudan de que el Gobierno Rajoy se atreva a hacer lo que hay que hacer para acabar con la vergüenza que suponen cifras de paro del veintitantos por ciento de la población activa, por no hablar del desempleo en los jóvenes. Desde luego los españoles no volveremos a contar con ocasión tan pintiparada como esta en mucho tiempo para hacerlo. Es ahora o nunca.
Parece que se van a hacer cosas en negociación colectiva (eliminación de la eficacia general de los convenios, fin de la autorización administrativa previa en los despidos colectivos, etc.), y que también se puede avanzar en materia de costes del despido, con el visto bueno definitivo a un contrato con 20 días de indemnización, pero todo está en el aire, porque son muchas y muy poderosas las corrientes socialdemócratas que, dentro del PP, pugnan por la consabida e ineficaz reforma “suave”, algo que no solo no resolvería nuestros problemas, sino que nos haría perder de forma lamentable la mejor ocasión que vieron los siglos para alumbrar un marco de relaciones laborales moderno y eficiente.
La enfermedad está muy focalizada, ha sido diagnosticada hasta la extenuación y existen pocas dudas sobre la medicina –la cirugía, mejor dicho- a aplicar al enfermo. La ausencia de flexibilidad de nuestro mercado de trabajo en relación a las variaciones del PIB es “extremadamente reducida en España debido, entre otras causas, a que los costes de despido son desorbitados, a la estructura del subsidio del paro, a la indiciación salarial a la inflación, a que la negociación colectiva establece salarios muy por encima de la productividad en muchas empresas y a que es prácticamente imposible modificar sensiblemente jornadas o reasignar funcional y geográficamente la fuerza de trabajo”, en palabras de uno de los mejores estudiosos del tema, José Luis Feito. Todo esto es lo que hay que reformar para destruir menos empleo en las crisis y poder crearlo durante la recuperación, sin necesidad de tener que crecer al 3% para lograrlo. La pelota está en el tejado de Rajoy y su Gobierno. Es hora de hacer realidad esos diez días llamados a estremecer España, o simplemente volverla del revés.
Link fuente:
http://www.fundacioncivil.org/2012/02/diez-dias-que-estremeceran-espana/
Link relacionado en este mismo sitio web - blog:
RAJOY DEBE DIMITIR YA PORQUE HA INCUMPLIDO SUS PROMESAS ELECTORALES EN LOS PRIMEROS DÍAS DE SU DESGOBIERNO EN ESPAÑA / DATOS SOBRE LA REFORMA LABORAL QUE HA PROVOCADO UNA MANIFESTACIÓN DE MÁS DE 2 MILLONES DE PERSONAS EN TODA ESPAÑA EL DÍA 19 DE FEBRERO DE 2012 / ARGUMENTOS PARA HACER 5 DÍAS DE HUELGA GENERAL:
http://pehpartidoecologista.blogspot.com/2012/02/rajoy-debe-dimitir-ya-porque-ha.html
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